sábado, 12 de junio de 2010

Icaro


Dédalo fue un prestigioso arquitecto, inventor y escultor, muy respetado en su ciudad natal de Atenas. Trabajaba en su taller junto con su sobrino Talo, quién aparentaba ser un gran sucesor de su tío. Llegado el momento en que los celos comienzan a fusionarse, Dédalo, entre una madrugada y otra decide matar a su sobrino, sacarse del medio esa tortura constante.
Tuvo más tarde un hijo, Icaro, con la bella Náucrate. El rey Minos, admirado de la creatividad y sabiduría de Dédalo, le encarga la construcción del famoso laberinto donde habría de recluirse al Minotauro, hijo de su esposa,un temible monstruo antropófago mitad toro, mitad hombre.
L
o encerró en el laberinto bloqueando la salida, es decir, la entrada. De ahí que Dédalo no pudiera escapar. El castigo también fue para su hijo Icaro, que quedó encerrado con él.Dédalo piensa y encuentra una manera de salir. El laberinto no tiene techo aunque era imposible escalar sus muros por lo que decide que usará las plumas que pierden los pájaros y pegándolas con resina de algunos árboles, intentará volar. Juntos construyen con paciencia las alas que debían servir, no solo para salir del laberinto, sino para fugar de la Isla de Creta, dado el poder del rey. Antes de volar hacia la libertad, Dédalo le advierte a Icaro que no vuele demasiado bajo , a riesgo de que sus alas tocasen el agua, se mojasen y se volvieran demasiado pesadas, ni tampoco demasiado alto, pues el sol derretiría la cera. El relato cuenta que el joven Icaro, extasiado por su capacidad de volar, olvidó las advertencias de su padre y voló demasiado alto. La cera de sus alas se fundió y provocó su caída al mar y su muerte. En algunas versiones dice que luego de pasar por las islas Esporas cayó al mar y Dédalo rescató su cuerpo para enterrarlo en la isla que ahora se llama Icaria.

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